No sabes cuanto me he frenado para no buscarte, para decirle al tiempo que ya te perdí. A veces me encuentro por las noches pensando, como la vida te trata estando sin mi.
Te recuerdo en las mañanas con los buenos días, por las calles y las plazas, en aquel café. Te recuerdo como aquella cajita de alegría, donde guardaba mis tristezas y mis miedos también.
Mi soledad se fastidia, pues le menciono tu nombre. Ella me dice que ya es hora de olvidarte. Y yo tan terco, sigo siendo el hombre que al final terminó por dejarte en paz.
Y no es porque te haya dejado de amar, sino porque me lo pediste con voz de llanto y aunque mi corazón sintió quebranto, se decidió. Te dí las alas amor, para que siguieras tu camino, para que echaras a volar.
Libertad le dicen algunos y no me gusta estar libre, porque desearía estar preso de nuevo en aquellos ojos color café. En aquellos labios que me hacían ver el cielo, en aquella sonrisa que me atrapaba entre suspiros.
Pero la realidad es otra, solo digo fantasías. Quizá soy yo, él que no te suelta, porque tú desde hace mucho me dejaste ir. Soy yo el que tiene un problema, aunque mi mente busque la distorsión, sigo esperándote en aquella esquina, en aquel callejón, anhelando ese refugio entre tus brazos.
Estoy hecho pedazos, así que hazme un favor, si me encuentras en tu memoria, en algún vacío, en algún dolor; sigue siendo tan valiente como hasta el día de hoy. Sigue brillando como el majestuoso Sol, que yo dejaré de ser eclipse en tu planeta.
V. M. G. N.