Después de la tormenta…

La calma llega, pero su presencia es inquietante,
como un silencio que se adueña de la noche.
Te ves reflejada en el mar, que parece un abismo sin fin,
un mar de lágrimas cortantes que te hacen sangrar.

Anejada, abnegada, cobijada e intranquila,
te sientes como un espectro, que vaga sin rumbo fijo.
Las olas se asemejan a tu memoria, yendo y viniendo,
como si quisieran arrastrarte al abismo oscuro del olvido.

Te acecha la sombra, que se agita en la penumbra,
como un animal salvaje que espera su presa.
Turbia y confusa, te envuelve con su manto,
y te lleva por un camino de dolor y tristeza.

Cada paso que das es como un sueño lúcido,
donde la realidad se mezcla con la fantasía.
Los árboles son monstruos que te acechan en la noche,
y los edificios son cárceles que te aprisionan en la oscuridad.

Pero no te rindas, no te dejes atrapar por la sombra,
porque eres más fuerte de lo que imaginas.
Avanza con cautela, con los ojos bien abiertos,
porque el camino hacia la luz es largo y lleno de trampas.

La calma puede tardar en llegar, pero no te desesperes,
porque la noche más oscura siempre precede al amanecer.
Sigue adelante, con coraje y determinación,
y saldrás de la oscuridad hacia la luz del nuevo día.

Y cuando llegue el momento de la victoria, sonríe,
porque has superado las sombras y alcanzado la libertad.
No importa cuánto tiempo haya pasado, ni cuánto dolor hayas sufrido,
porque siempre habrá una salida, siempre habrá una oportunidad.

V. M. G. N.

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