No se ni tu nombre, ni de tu vida, ni tu anhelo. No se si respiras el mismo incienso del cual el destino alimenta al mundo. No se si tus ojos son cafés claros como atardeceres, repletos de placeres por […]
No se ni tu nombre, ni de tu vida, ni tu anhelo. No se si respiras el mismo incienso del cual el destino alimenta al mundo. No se si tus ojos son cafés claros como atardeceres, repletos de placeres por […]