Lluvia,
que te da por ser libre tan inesperadamente,
que dejas sentir tu caricia tan cristalina y friamente,
llévate contigo los recuerdos de mi mente,
entre rocio y gotas de incalculable tamaño.
Lluvia,
que con el soplo del viento cambias tu rumbo,
escondeme entre tu inmensurable brisa,
en aquella sarcástica y mojada risa,
¡Haz que olvide sus ojos, de prisa!
Ya no quiero extrañarla,
hoy quisiera arrancarla de este corazón,
que se ha enfermado de tanto amor,
que se ha vuelto solitario y sin aun comprender,
que en una noche como ésta, nos ha tocado perder
V. M. G. N.