El poeta callejero

Por las calles de una ciudad desconocida,
entre charcos, hojarasca, polvo o llovizna;
un poeta cabizbajo y hambriento,
espera algún momento para expresar
con su ronca voz esos versos entre lineas,
que dejan ver que aun existe el amor.

Un talento poco común
más su valor no es reconocido,
porque los pesos no podrían cubrir
los tesoros del pensamiento.
Pero en su lucha de no quedarse sin aliento,
le regala al tiempo sus ansias,
su entrega total de aquel don que se le ha conferido.

Solitario, con sudor en ropa y frente,
se pierde entre la multitud de gente,
pues se hace cansado el saber que nadie;
una poesía, le quiere escuchar.

Él se quita la gorra puesta en la cabeza,
movimiento entre frustración y desconsuelo,
ya la vida le ha quitado hasta el cabello,
su figura no demuestra sanidad.

Pero entre el dolor y la impaciencia,
nunca deja de hablar, él confía en que
algún día, todos podrán admirar
al poeta callejero que nunca deja de rimar,
«un amor fiel y verdadero, ni la muerte podrá acabar«.

V. M. G. N.


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